El doctor Jorge Vigo Ramos, emergenciólogo, revela su experiencia de diez años velando por la salud de los presidentes Alan García, Alejandro Toledo y Ollanta Humala en el despacho presidencial. Además su destaque como médico de cabecera del Papa Juan Pablo II en sus dos visitas al Perú.
En medio de un fuerte resguardo, con agentes observando a todos lados, con paso ligero y pendiente al milímetro de un nutrido grupo de por lo menos diez personas que visten traje, estuvo Jorge Vigo Luna, durante diez años.
En sus innumerables viajes nunca le quitó la vista a nadie, mucho menos a la cabeza del grupo. Su labor fue lo más parecido a la de un agente de seguridad, solo que bajo el brazo no llevaba armas, solo un maletín con lo necesario para salvarle la vida, en caso ocurra una emergencia, al Presidente de la República.
Estaba atento a cada movimiento, conocía al detalle el programa de visitas, las calles por donde se trasladarían y las clínicas u hospitales más cercanos a su ubicación, sabía cómo llegar y con quien coordinar en cada centro de salud, en caso sea necesario llegar.
Tenía todo planificado para cualquier siniestro o evento adverso ya sea de salud (como un paro cardiorrespiratorio) o un atentado terrorista que pusiera en riesgo la vida del presidente y sus invitados.
El doctor Vigo, emergenciólogo, pasó diez años de su vida profesional (33) al cuidado de los presidentes Alan García Pérez, Alejandro Toledo Manrique y Ollanta Humala Tasso. Su llegada a Palacio de Gobierno se dio mediante la secretaría nacional, la misma que convocó a médicos con un perfil específico. Revisaron la hoja de vida de varios especialistas, antecedentes penales, ideológicos y psicológicos y luego de varias evaluaciones, el médico del Seguro Social logró el destaque en el despacho presidencial.
“El profesional médico encargado de la atención de un presidente tiene que tener un perfil muy especial por cuanto el médico es una de las pocas personas que puede entrar directamente en cualquier parte donde se encuentra el presidente incluyendo su dormitorio” aclara el especialista a Top Medical.
La misión del doctor Vigo en el despacho presidencial donde compartía con un enfermero y el conductor de una ambulancia, estos últimos destacados de la sanidad de la policía nacional, era atender desde el primer soldado de palacio, hasta el presidente y sus parientes. La guardia médica era las 24 horas del día y por las noches y en los viajes del presidente otro médico podía compartir la guardia.
“Teníamos que estar en la guardia que nos tocaba. Había un médico que era normalmente el que no estaba de guardia el que tenía que desplazarse a los diferentes departamentos con el presidente, tenía encargado velar por la salud de toda la comitiva presidencial. Porque siempre en el despacho presidencial tiene que haber un médico con un enfermero” recuerda Vigo.
El Perú, a diferencia de otros países, solo lleva un médico en cada viaje del presidente. Chile por ejemplo, siempre incluye tres médicos en la comitiva de su presidente e incluso uno de ellos viaja con dos semanas de anticipación a los países donde está por llegar la comitiva presidencial para ver las zonas y los lugares que visitará su presidenta y supervisar qué comidas recibirá. EE.UU. ni que decir, tiene todo un séquito tras suyo y su control es más estricto.
Vigo recuerda que los viajes con el presidente fueron bastante duros. “Cuando hay que viajar a provincias hay que levantarse bien temprano para ir con el presidente al aeropuerto y luego con un helicóptero para ir a comunidades alejadas. Salíamos a las siete de la mañana y regresábamos a las ocho de la noche pero el presidente aún tenía en agenda varias reuniones. Pareciera que no hiciera nada pero la mayoría de sus eventos son en privado. Todo el mundo quiere hablar con el presidente. Al día siguiente era lo mismo. Cuando se salía al extranjero la agenda era un poco más suave” revela.
POR QUÉ UN EMERGENCIÓLOGO
La característica de la formación del emergenciólogo, es para el doctor Vigo, el aspecto más importante para que se le haya elegido como el médico de un alto mando. “Nuestro trabajo coincide con la característica del trabajo del presidente. Por ejemplo él está en un avión o helicóptero y le da un paro, Solo un emergencista, lo puede atender como se debe, esa es la ventaja. La mayoría de los presidentes de los países desarrollados sus médicos son todos emergencistas, porque es el primer profesional en saber salvar la vida de una persona” refiere con certeza.
“Un problema en la garganta lo puede ver cualquier médico pero nosotros debemos de pensar que en cualquier momento un personaje indistinto cual sea su cargo puede sufrir una emergencia ya fuese por un atentado o por un ataque cardiorrespiratorio. Nuestra formación nos dice qué hacer y cómo hacer en el momento preciso” recalca.
CUESTIÓN DE CONFIANZA
La cercanía del médico con el Presidente de la República involucra que el galeno esté presente en conversaciones o diálogos de orden confidencial. Sin embargo para tal efecto no existe ningún documento firmado por el médico que asegure la confidencialidad de lo visto o escuchado cuando se ingresa a trabajar en el despacho presidencial. “Solo basta con la ética que cada médico juró tener cuando se colegió” aclara Vigo.
El especialista, por suerte, ha atendido a presidentes saludables, solo algún resfriado o garraspera por cambio de temperatura y las constantes alocuciones han sido los problemas que han acusado los presidentes. Incluso el ex presidente García, cuando llegó con sobrepeso, tuvo que ponerse en estricto cuidado de su alimentación para evitar problemas de salud. “No se sobrecargan porque saben muy bien que ellos no pueden estar enfermos” detalla Vigo.
Pero si es que los presidentes estaban saludables, los de su comitiva no tanto. Al ser personas mayores de 50 años, los problemas en el trajín de las funciones preocupaba al doctor Vigo en cada uno de sus viajes. “Hubo muchísimas veces que me he visto en aprietos por problemas de salud de algún funcionario. Muchas de estas personas tienen mucho riesgo de presentar enfermedades de muerte inclusive. Ha habido problemas coronarios, por ejemplo. Los médicos no somos los que decimos quienes van y quienes no, lo único que hacemos es tener pendiente a las personas de edad avanzada” recalca.
La función del médico de cabecera del primer mandatario incluye también que se realicen chequeos de manera periódica a toda la familia presidencial y cada vez se realizan viajes que puedan mellar su salud en la parte física. En caso de que uno de estos exámenes se detecte una enfermedad crónica degenerativa, existen especificaciones precisas o protocolos de atención que incluye contactar con el mejor profesional de la especialidad en el Perú o en el extranjero para que se realicen todos los exámenes de diagnóstico.
De confirmarse la enfermedad, el presidente seguirá bajo la supervisión del médico del despacho presidencial y será éste quien coordine con el especialista para que el presidente cumpla al pie de la letra con todo su tratamiento.
El doctor Vigo, en su caso, armó el ambiente médico en Palacio de Gobierno donde tienen instalado todo los equipos necesarios para una emergencia médica. Las medicinas que se da al presidente son pagadas por él mismo presidente, señala, y el sueldo del médico no la costea el despacho presidencial sino la institución de donde es destacado, en su caso fue el Seguro Social.
Su experiencia atendiendo a personalidades no se limita solo a la del presidente, el doctor Vigo en los años ochenta fue el médico de cabecera del fallecido Papa y hoy Santo Juan Pablo II en sus dos visitas al Perú.
Por aquella vez el destacado médico trabajaba como emergencista del Hospital de la Sanidad de la Policía Nacional y junto a cuatro colegas suyos fue destacado para estar al lado del sumo pontífice.
La primera vez que estuvo con el Papa fue en febrero de 1985, la visita de Karol Wojtyła duró 5 días y en el Perú visitó 8 ciudades en las cuales también estuvo Vigo. “Atender al Papa llevaba respetar un protocolo muy rígido en el cual no podíamos pedirle ni una bendición, solamente estar a su lado y mantener nuestro trabajo médico. Nosotros estuvimos alertas en cualquier situación de gravedad, pues por esa época había atentados terroristas en el país, y teníamos que atender únicamente al Papa. Nosotros éramos responsables de que nada le pasara” señala.
La segunda visita del representante de la Iglesia Católica se produjo en 1988, con ocasión del Congreso Eucarístico Mariano Bolivariano y su estancia aquí solo duró 40 horas. “La experiencia de atender la salud de un santo no es comparable ni descriptible. Solo se siente. Tengo la satisfacción haber cumplido a cabalidad mi función. Mantener el estado de salud física y mental del presidente, su familia y el Papa y hacer que sus misiones se cumplan con los estándares de buena salud es la recompensa” subraya el médico que atendió a los hombres más importantes de un país y una nación.
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