Aunque todavía está en fase de investigación, un grupo de científicos de Reino Unido, Italia y Países Bajos ha desarrollado un nuevo fármaco que promete mejorar la calidad de vida a un grupo de pacientes con asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) cuyo tratamiento actual no logra controlar los síntomas como sería deseable. Así lo desvela un estudio que acaba de difundir la revista The Lancet Respiratory Medicine.
Son “las dos enfermedades respiratorias (ambas implican una obstrucción de la vía aérea bronquial) más diagnosticadas en la población“, afirma José Miguel González, neumólogo del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). La prevalencia de la EPOC alcanza el 10% de los españoles a partir de los 40 años y el asma afecta a un 8%-12% de toda la población (en todas las edades).
Para el manejo de la EPOC, señala el especialista español, en la actualidad “disponemos de broncodilatadores inhalados (anticolinérgicos y beta2 agonistas) y corticoides inhalados. Dependiendo de los síntomas, indicamos unos u otros o combinación”. Para el asma, “se empieza por corticoides inhalados, a lo que se puede añadir el broncodilatador tipo beta2 agonista”. En general, subraya González, “estas opciones tienen pocos efectos secundarios y se toleran bien”, una idea con la que también coincide Juan Luis Rodríguez Hermosa, médico adjunto del servicio de Neumología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Sin embargo, apuntan los creadores del nuevo fármaco (lo denominan RPL554), sí hay algunos estudios que describen posibles efectos cardiovasculares, pero “son aislados”, explica Rodríguez Hermosa. “Nos hace estar más alerta sobre todo con pacientes pacientes que hayan tenido algún problema cardiaco previo”.
Más riesgos entrañan los corticoides orales, que “a largo plazo puede llegar a producir osteoporosis y diabetes”, entre otras enfermedades. Por eso “los restringimos para casos graves o muy graves y crisis puntuales”. Con los corticoides inhalados no existe este problema, ya que “no se absorbe a nivel sistémico y las dosis son menores”.
Existe un medicamento parecido, roflumilast (vía oral), que inhibe las fosfodiesterasas 4, pero no las fosfodiesterasas 3. “Tiene un alto índice de intolerancias digestivas y sólo se usa en pacientes (con EPOC) muy determinados”, matiza José Miguel González.
Pero, en vista de los resultados de cuatro pequeños estudios (llevados a cabo en Italia, Reino Unido y Países Bajos entre 2009 y 2013) que relata el artículo de ‘The Lancet Respiratory Medicine’, RPL544, además de eficaz, parece seguro. “No se han encontrado efectos gastrointestinales ni cardiacos”.
Después de probar el fármaco con 39 participantes (28 con asma y 12 con EPOC) durante siete días, los investigadores observaron que en los pacientes con EPOC, la capacidad pulmonar mejoraba en un 17%. A través de la espirometría, se medía en litros el volumen de aire que la persona soplaba en el primer segundo. En los pacientes con asma, se vio que dicho volumen aumentaba en 555 mililitros.
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