WHO IS WHO: DRA. KELLY COBA VARGAS, INMUNÓLOGA Y PACIENTE DE LUPUS

DRA. KELLY COBA VARGAS, INMUNÓLOGA

“Trato de que el lupus no me arrebate demasiadas cosas”

A la doctora Coba le diagnosticaron la enfermedad de lupus en el cuarto año de sus estudios de medicina y desde entonces nada ha sido fácil. Pese a los constantes chequeos y medicamentos, no solo logró graduarse sino también hacer una especialidad en el extranjero cuando muchos le decían que no podría. Nunca abandonó sus gustos por el modelaje y los deportes, pero hoy con una familia consolidada no pierde la fe de convertirse en madre.

 

¿Cómo fue su vida antes de estudiar medicina?

Siempre me gustó estudiar mucho, era muy curiosa, quería entender los misterios de la naturaleza, de pequeña tenía un laboratorio con un amigo donde básicamente recolectábamos plantas y las metíamos en botellas, soñábamos con encontrar algunas curas o algunos nuevos compuestos. Generalmente mi amigo era la «víctima» que probaba las pócimas (risas). Quise ser médico desde quinto de secundaria, siempre he sentido mucha compasión y empatía con la gente y de pequeña me preocupaba por ser la primera o estar entre las primeras en el colegio, además me gustaba la química, bioquímica y física. Luego me gustaba el modelaje e hice algunas sesiones y participé en certámenes de belleza, fui mis San Martin.

¿En qué año de la universidad la diagnostican con lupus?

Cursaba el cuarto año de la carrera, cuando comenzaron los síntomas, dolor articulares y algunas «ronchas» extrañas que resultó siento una vasculitis, anduve sin diagnóstico cerca de dos años, pero felizmente hubo un médico que tomó en serio los síntomas inespecíficos de mi enfermedad, no espero que yo cumpliera criterios y comenzó a tratarme, en el año 2009 es que finalmente tengo el diagnóstico con ya más certeza.

¿Fue entonces que decidió que al y terminar la carrera hará la especialidad de inmunología?

Realmente no, a mi me gustaba desde siempre la medicina interna, me veía como una internista, pero durante el internado estuve muy enferma, cosa que limitó mucho mi elección de la especialidad, de hecho los médicos me habían dicho que «no podía hacer la especialidad» pero esa palabra «no puedes» es como si me retaran a hacerlo. Luego estuve mejor y decidí hacer una especialidad, primero pasó por mi mente la especialidad de reumatología, pero siempre quise respuestas más profundas, y fue como por una casualidad oportuna, que fui a un congreso de inmunología donde me decidí por la especialidad.

Se sabe que las causas del lupus son multifactoriales pero ¿Qué cree que la exigencia de estudiar medicina pueda haber sido la causa principal en usted?

Es una pregunta complicada, de hecho tenía la predisposición genética por mi familia, pero creo que el auto exigencia excesiva y el estrés han sido los mayores influyentes en mí, que como es sabido están muy implicados, además dormía muy poco por los estudios y comía muy mal por lo mismo.

Con los síntomas de esta enfermedad, el camino a graduarse debe haber sido más duro de lo que por sí resulta estudiar medicina, ¿Qué episodios son los que más recuerda de esa parte?

Creo que tendría que escribir un libro de aquello, ha sido muy difícil sobre todo porque quería conservar el tercio superior. Recuerdo que alguna vez fui a dar un examen final de farmacología luego de hacerme una biopsia de médula ósea, estaba anestesiada así que no sentía mucho dolor hasta la mitad del examen. Por cierto dicho examen lo aprobé con una buena nota porque se trataba de antiinflamatorios e inmunosupresores que ya todos los conocía por la enfermedad que me aquejaba. En el internado estuve internada siete veces, con múltiples cosas. Recuerdo también que estuve a punto de no ir a mi graduación porque estaba internada y con analgésicos potentes, pero me dieron de alta el mismo día a insistencia mía, varios amigos me ayudaron a arreglarme y a ir a la ceremonia, llegué tarde, y lo peor es que al día de hoy casi no recuerdo nada, a causa de los analgésicos potentes (bupinorfina, tramadol, etc). Recuerdo finalmente un examen donde me quedé dormida a causa de una dosis alta de tramadol, felizmente mi maestro fue comprensivo. En fin demasiadas experiencias.

 

¿Su concepto de la relación médico paciente cambió al estar del otro lado de la consulta, en qué medida?

Definitivamente, ha sido algo que me ha marcado. A mí siempre me gustó mucho mi profesión, pero al estar al otro me ha dado un visión del paciente, qué es lo que piensa y busca cada qué vez que acude a una consulta, mi empatía hacia los pacientes definitivamente es mejor, con la capacidad de desde su preocupación hasta el dolor que pueden estar sintiendo.

¿El concepto de felicidad también cambia cuando estás enfermo?

Cambia mucho, diría que hasta cierto punto es el camino «corto y difícil» para darte cuenta de lo que en verdad vale la pena, se necesita a veces muchos años y hasta pintar canas para entenderlo. Pero tener una enfermedad tan complicada te acorta el camino, de pronto ya no importa nada más que tú salud, la valoras como nunca, un día normal puede ser un día horrible si tienes dolor o puede ser un día maravilloso si estás bien, ya no es simplemente un día. Los amigos también se filtran porque permanecen a tu lado los que realmente están en los momentos difíciles, el tiempo se vuelve muy valioso y único, tanto que no quieres desaprovechar ni un instante. Esas cosas simples que las personas a veces no valoran como un amanecer o un buena comida se vuelven tan maravillosas e importantes, es felicidad pura por cosas simples, un domingo en familia, un abrazo de tu madre, un tarde paseo sin cansarte, un despertar simple y común con menos dolor del habitual. Creo que ninguna persona debería esperar tener una enfermedad para valorar su vida y su salud, pero lamentablemente es el camino de una gran parte de personas.

El hecho de que sea médico y paciente al mismo tiempo, ¿es una ventaja o una desventaja?, ¿cómo afecta a su relación con sus médicos?

Soy médico pero tengo mis médicos, y no suelo contradecir lo que dicen. Al inicio fue complicado porque sabía del tema y siempre tenía dudas, creo que volvía locos a mis médicos con mis preguntas, pero luego fui adoptando mi rol, ser paciente, y he dejado todo en sus manos aunque a veces doy sugerencias. El problema viene cuando estoy sola y me sucede algo. Suelo pensar en demasiadas cosas, me asusto demás y me hago muchos diagnósticos presuntivos, trato de comunicarme lo antes posible con los médicos pero, mientras tanto, ya he pensando en mil posibilidades, sobre todo estos últimos tiempos que me he dedicado a tratar pacientes con mi misma enfermedad. Diría que es un ventaja en el sentido que puedes explicar muchas cosas que están pasándote, y tratar alguna que otra enfermedad como un resfriado o una infección, otra ventaja por ejemplo es que yo he aprendido a inyectarme sola y eso me ha salvado de muchas, y está metido en lo último de los avances sobre tu enfermedad,   Y una desventaja por los distintos enredos que se crean en la cabeza con cierta frecuencia frente a algo que pueda ser simple, a veces me he confiado de alguna u otra cosa que me sucedía creyendo tenerlo «bajo control» y resultó no siendo así. También pedirte exámenes en exceso para descargar algunas de tus presuntos diagnósticos o simplemente estar más tranquila, saber que cuando te dicen «no te va doler» es mentira en muchos casos, pues como conoces los medicamentos lo sabes. Yo creo que ser paciente lleva también una madurez mental que se va adoptando y aprendiendo con el tiempo que te ayuda a comprender  y ser más estricto en cuanto a tratamientos, disciplina y adherencia. Y creo que el ser médico puede dificultar esa «evolución» o en algunos casos favorecerla, depende de la situación.

En el supuesto, de haber sabido que estudiar medicina despertaría la enfermedad, ¿hubiera desistido de elegir la profesión médica y hubiera optado por otra profesión con menos grado de exigencia?

El tiempo que llevo con la enfermedad he conocido estudiantes de medicina con lupus y jóvenes que quieren estudiar la carrera y tienen la enfermedad, entonces diría que en mi caso en particular, no me veo haciendo otra cosa, me encanta mi carrera, y creo tener vocación de servicio que es un requisito importante para ser médico. Esa es la razón que me mueve, lo que sí cambiaría si pudiera es que me exigiría menos y no vería la carrera como la única razón de mi vida. Con el tiempo te vas a dando cuenta que tu valor como persona no depende de las metas que cumples o los títulos que tengas, sino de quién realmente eres y a veces no vale la pena tener una tonelada de títulos si para ello terminarás hecho pedazos, y no te quedará más salud, fuerza y tiempo para disfrutar.

¿Qué cosas que hacía antes y le gustaban, ha dejado de hacer por la enfermedad y también por la profesión?

Antes de tener la enfermedad jugaba fútbol femenino (risas), me encantaban los deportes de contacto y las danzas, eso he tenido que cambiarlo, pero hace como tres años volví al deporte: práctico spinning y levanto pesas, deportes que no son de contacto. De forma general he tratado que el lupus no me arrebate demasiadas cosas, hago casi lo mismo pero más despacio y tomándome mis descansos. La carrera no me ha limitado mucho, más bien me ha abierto muchas puertas, quizás lo que extrañe es tener más tiempo libre para hacer otras cosas por ejemplo antes adoraba los juegos de computadora ahora no me queda tiempo para ello, quisiera sumarle al día unas doce horas más.

¿Quién o quiénes ha sido su mayor apoyo en toda esta etapa de su enfermedad?

Principalmente mis padres, ellos han sido los pilares más grande de fuerza, un sostén y un motivación al mismo tiempo, por ellos he hecho de todo hasta tomar caldo de víbora (risas) con tal de que se sientan bien, jamás les destruiría su fe, luego conocí a mi esposo, que también se ha convertido hace unos cinco años en un sostén y pilar muy importante, me ayuda mucho y en lo que puede, trata de ponerse en mis zapatos.

¿Su condición de paciente le ha replanteado sus planes de vida, como el de ser madre, por los riesgos asociados?

Sí, claro, muchos de mis planes han cambiado, sobre todo en mi vida personal, conozco los riesgos del embarazo y el lupus, pero también sé que las posibilidades son muchas y que con un adecuado control y de la mano de los especialistas es posible, lograrlo.

¿Apunta a eso en un futuro cercano?

Espero que sí, con el lupus nunca se sabe, y mi situación es complicada ahora, pero no pierdo la fe de que con el buen tratamiento y un gran empeño de parte de mía, pues quizás en un futuro cercano ser mamá.